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Cuando ya no lo podía seguir escondiendo, tomó un canasto, lo cubrió con brea para que flotara y metió adentro al niño. Luego fue y puso el canasto entre los juncos, a orillas del río Nilo. La hermana del niño se quedó mirando de lejos para ver qué le iba a pasar al bebé.

La hija del faraón fue a bañarse al Nilo y mientras sus esclavas caminaban por la orilla del río, vio el canasto entre los juncos y mandó a su criada para que lo trajera.

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